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Lucha contra ola delincuencial debe reconciliar al país con su gobierno.

La policía nacional mostró grandes logros este fin de semana en capturas de bandas vinculadas a la extorsión, el narcotráfico y el secuestro, pero una gaviota no hace el verano.
Sectores del conservadurismo progresista, movimientos marxistas y autodenominados partidos de izquierda quisieron y quieren colgarse de la justa protesta de los transportistas. La utilizaron queriendo avanzar en su plataforma pidiendo adelanto de elecciones y volcando su infantilismo contra el gobierno constitucional y democrático de la presidenta Dina Boluarte.


La huelga no fue acatada mayoritariamente en el interior del pais. El norte y oriente peruano así cómo algunas regiones del sur no se sumaron a la medida de fuerza contra la decisión del Congreso de no querer cambiar la norma de sanción, que creo debe merecer rápidamente una mesa de diálogo.
En este contexto no podemos negar la realidad, si se trata de encontrar salidas ante una grave crisis. En Lima el transporte público paró parcialmente en contra del desborde criminal que afecta la vida, la propiedad y los negocios de los peruanos de toda condición. Es más, incluso, se podría afirmar que la paralización tuvo más eficacia no por la acción de un sector de los transportistas, sino porque áreas comerciales como Gamarra, los mercados Unicachi y otras zonas populares económicas se sumaron a la paralización.
Tenemos que ser realistas en la lectura de la coyuntura actual,es incuestionable que la ciudadanía y los sectores populares están profundamente cansados y molestos con el desarrollo de las economías ilegales de las delincuencias de extorsión, el secuestro y cobro de cupos en general, que se territorializa y se convierte en una especie de orden paralelo del crimen y el delito. No olvidemos que las estructuras de las bandas organizadas de la extorsión han establecido la pena de muerte a través del sicariato para quienes incumplen con el pago de los cupos. De alguna manera la sociedad en su conjunto, ricos y pobres, grandes empresas y bodegas, panaderías y negocios, están señalando que esta situación no puede continuar.

En ese sentido, es hora de convertir esta movilización popular contra el delito en una gran convergencia de toda la sociedad contra el crimen organizado. En primer lugar, es necesario entender que sin el respaldo total y abierto a nuestras fuerzas de seguridad –es decir, a las fuerzas armadas y la policía nacional del Perú (PNP)– será imposible siquiera imaginar una lucha contra el crimen organizado. El ejecutivo debe liderar junto al Congreso, los partidos políticos de buena voluntad deben enfrentar la posición de las oenegés de DD.HH. que, supuestamente en defensa de esos derechos, han venido destruyendo y bloqueando la acción de nuestras fuerzas de seguridad en las últimas décadas. Es momento de asumir con energía mayor la defensa del ciudadano de a pie.

Es momento que nuestra presidenta Dina Boluarte con sus ministros deben desarrollar una política de Estado que movilice a todas las instituciones y desarrolle una convergencia entre el sector privado y el aparato estatal. La PNP, las fuerzas armadas, el Ministerio Público, el Poder Judicial, los municipios, los serenazgos, ronderos juntas vecinos deben formar una sola fuerza en contra de la amenaza criminal.
El Estado y los privados unidos permitiría reconstruir la infraestructura y los equipos de las más de 1,300 comisarías, multiplicar los patrulleros recuperados de la permanente falta de mantenimiento y, sobre todo, volver a relanzar las unidades especializadas de la PNP. La idea de Estado, sector privado, comisarías e inteligencia son las claves para pasar a otro momento en la lucha contra la ola criminal.

En cualquier caso, el paro de transportistas debería ser leído como que la sociedad se levanta en contra de la ola criminal y por lo tanto es el momento de construir una nueva relación entre ejecutivo y el pueblo. Es momento de cambiar los libretos con acciones más eficaces y eficientes, el libreto debe ser diferente y hay que activar la unidad en la lucha de la presidenta Boluarte con el pueblo.

Por Alberto Moreno Alfaro

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