Alianza – Boca: el de la presión es un partido aparte

En papel, los ‘Xeneizes’ tienen más chances que los ‘Íntimos’, pero, también, mucho más por perder. ¿Podrá Alianza jugar con la presión de su rival?
Se ha hablado de jerarquía, del valor de los planteles, de trofeos levantados, y de cifras y resultados históricos. En estas y más comparaciones, el equipo de Fernando Gago sale mejor parado que el del Néstor Gorosito. Aunque, a su favor, Alianza tiene algo con lo que la mayoría de equipos peruanos no suele contar (por lo menos hasta los encuentros definitorios, cuando avanzar ya es más un sueño que una posibilidad): un rival obligado a ganar, en deuda con su exigente hinchada, y sometido a la presión propia de jugarse gran parte de su campaña internacional en una llave de ida y vuelta.
Y es que Boca Juniors armó este año un plantel de lujo. El fichaje del arquero Marchesín y la llegada de Ander Herrera son solo los más destacados refuerzos de entre los demás pedidos de Gago, quien afronta el reto más importante de su carrera como DT al mando del equipo de sus amores, y, por ahora, viene siendo cuestionado por muchos.
Otro que ya está remando contra la corriente es Juan Román Riquelme. El estatus de ídolo del que goza ‘el último diez’ ha logrado sostener su gestión dirigencial a través de un 2024 opaco, en el que el equipo no ganó nada importante, mucho menos a nivel internacional. Y es que la suerte le ha venido siendo esquiva a los ‘xeneizes’ en torneos continentales: la última conquista fue la de la Recopa Sudamericana en 2008, y si bien la Libertadores 2023 ilusionó a la hinchada, es preciso recordar lo austera que era la propuesta futbolística de aquel subcampeón, que nunca supo imponerse con autoridad como en los tiempos de Tévez, Palermo y el actual presidente del club (Riquelme, como jugador).
Es en este contexto, en el que la presidencia de Román le ha planteado al cuerpo técnico dos objetivos claros: competir en el próximo Mundial de Clubes (a disputarse en junio) y ganar la Copa Libertadores. Así de drástico y preciso; el gigante trofeo de la Copa Sudamericana —a la que se puede clasificar a partir de próximas instancias— no sería más que un deprimente premio consuelo.
Con las expectativas tan altas, y teniendo en cuenta el bajo nivel mostrado hasta ahora por el equipo, a nadie le sorprendería que a más de un jugador le cueste, por lo menos, quitarse la presión de la cabeza. Es cierto que jugar en Boca Juniors requiere, definitivamente, más piel de chancho que en cualquier otro equipo, aunque también es verdad que casi ninguno de los futbolistas que vino a Lima (no viajaron Advíncula ni Cavani) está realmente consolidado frente al hincha ‘bostero’.
Todos en Boca tienen algo qué probar, y conforme corra el reloj durante el partido, esa presión irá creciendo si Alianza Lima hace bien las cosas y maneja mejor ‘la cabeza’; ni hablar de si es que los locales logran tomar ventaja en el marcador. Después de todo, si algo se le podía exigir a los ‘Íntimos’ era solo superar a Nacional en la fase previa a la de este partido.
Si el equipo de Gorosito es superado (excluyendo el lejano escenario de una catastrófica goleada), es probable que nadie pegue el grito al cielo; será un trago amargo, pero, de ahí en adelante, la vida sigue. En cambio, si Boca Juniors queda eliminado en fase previa de la Libertadores, en Buenos Aires, de seguro, rodarán cabezas. Por lo menos, aquel será el pedido de ‘La Doce’. Está en las manos de Alianza jugar con dicho pasivo anímico con el que los ‘xeneizes’ tendrán que luchar. Esto es fútbol, y, al final del día, no gana el más talentoso, millonario, o fuerte, sino el más inteligente.



