Así es la familia de Robert Prevost, el nuevo papa: sus padres y hermanos con quienes siempre mantiene contacto

Robert Francis Prevost Martínez, ahora León XIV, ha sido nombrado nuevo papa y se destaca por su trayectoria pastoral y su experiencia misionera en América Latina. Su elección simboliza un gran cambio en la Iglesia Católica.

El reciente nombramiento de Robert Francis Prevost Martínez como nuevo papa ha captado la atención mundial, no solo por su trayectoria pastoral y su experiencia como misionero en América Latina, sino también por su historia personal, marcada por la fe, la diversidad cultural y los lazos familiares, que lo mantienen siempre en contacto con sus hermanos.

Su elección como pontífice no solo marca un giro en la dirección de la Iglesia católica, también representa un liderazgo que valora la formación familiar, las raíces culturales diversas y el contacto directo con la realidad de los pueblos. Detrás de su figura hay una historia humana que inspira y que, sin duda, influirá en la forma en que conducirá a la Iglesia global.

¿Quiénes son los padres de Robert Prevost, el nuevo papa?
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Estados Unidos, Robert Francis Prevost es hijo de Louis Marius Prevost, de ascendencia francesa e italiana, y de Mildred Martínez, de raíces españolas. En su hogar, la convivencia de distintas culturas era parte del día a día: el idioma, las tradiciones y los valores de ambas herencias se entrelazaban con naturalidad, en un entorno donde la fe católica, el compromiso social y la formación académica se vivían con intensidad.

Esa diversidad no solo enriqueció su identidad desde la infancia, sino que también forjó su sensibilidad pastoral. Quienes lo conocen destacan que esa amplitud cultural le otorgó una capacidad particular para comprender distintas realidades humanas, algo que se evidenció durante su labor misionera en Perú, donde trabajó con comunidades alejadas y enfrentó diversos desafíos sociales con una actitud de escucha y cercanía.

Aunque su camino lo alejó de Chicago —primero hacia América Latina, luego a Roma y finalmente al corazón de la Iglesia—, Robert Francis Prevost mantuvo siempre una conexión cercana con su familia. Visitaba, llamaba y procuraba estar presente en los momentos clave. A lo largo de su trayectoria eclesiástica, el valor de sus raíces y la memoria del hogar actuaron como brújula moral y espiritual.