Para no olvidar lo que fue Vizcarra

«El expresidente Martín Vizcarra ha demostrado ser un político tan audaz como inescrupuloso. Sin embargo, la historia debe recordar el terrible gobierno que encabezó».
El expresidente Martín Vizcarra ha demostrado ser un político tan audaz como inescrupuloso. Sin embargo, la historia debe recordar el terrible gobierno que encabezó.
Ayer, dos funcionarios de la empresa que ganó la licitación para construir el hospital de Moquegua aseguraron que le entregaron directamente sobornos al entonces gobernador Vizcarra. Además, señalaron que otras entregas se hicieron a través de su amigo José Hernández.
A pesar de estas graves acusaciones, Vizcarra aparece haciendo el ridículo en redes sociales, denigrando más el cargo que ocupó. Es que el exmandatario entiende muy bien a su público, aprendió de su exasesor argentino, cuya técnica es: pan y circo. Ese fue el único norte de su gobierno, el cual no tuvo ningún logro y muchos “errores” que rozan con lo ilícito.
Vizcarra gobernó dos años y ocho meses, es decir, más de la mitad de un periodo presidencial completo. De esos 32 meses, 6 gobernó sin Congreso y precisamente fueron los meses anteriores a la pandemia. En ese interregno no mejoró la salud pública ni hizo los cambios que acusó al Legislativo de bloquear. Además, varios de sus ministros tuvieron que dejar el cargo no por censuras del Parlamento, sino por escándalos en sus carteras.
Por otra parte, el Perú fue el país con más muertos por millón (200 mil) a causa de la pandemia. Durante su gestión, rodeado de ministros ideologizados y aduladores, rechazó las donaciones del sector privado; impuso una de las cuarentenas más rígidas del mundo que destruyó la economía; creo un grupo de “científicos” de izquierda, y uno de sus miembros apostaba cervezas en redes sociales por el número de muertos. Para coronar, él y su hermano se vacunaron en secreto.
La única esperanza de Vizcarra es que la CIDH —al igual que en el caso Petro— anule el eventual fallo del TC a favor de su inhabilitación, y que el juicio por los casos de Moquegua se prolongue hasta 2026. Cualquiera de los dos escenarios sería un golpe para la institucionalidad.



