MATANZA EN CÁRCEL: Matan a cinco presos y hieren a 33 en Ecuador

La masacre ocurrió durante una reorganización de presos en el penal ubicado en zona limítrofe con Perú.
Ecuador enfrenta una grave crisis carcelaria que sacude sus instituciones y pone en evidencia la escalofriante violencia que azota al sistema penitenciario. Este domingo, un violento incidente dejó cinco reclusos muertos y 33 heridos en el Centro de Privación de Libertad El Oro N.º 1 de la ciudad de Machala, informó el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad (SNAI).
Es importante destacar que este penal está en la zona fronteriza con Perú. La masacre ocurrió durante una reorganización de presos. La noticia ha estremecido a todo el país, evidenciando la brutalidad en las cárceles y la fragilidad del control en estos centros.
El Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (Snai) informó que el hecho ocurrió en horas de la madrugada, en el contexto de una «reorganización en la nueva cárcel de máxima seguridad», aunque no se brindaron detalles precisos.
Los presos que resultaron heridos, así como un agente policial afectado, fueron atendidos de inmediato por personal sanitario. Sin embargo, el estado de salud de las víctimas no ha sido revelado por las autoridades, lo que aumenta la incertidumbre sobre la gravedad de las lesiones y el impacto que este hecho tendrá en la seguridad penitenciaria del país.
Autoridades informaron que, como parte de la respuesta, siete reos fueron aprehendidos y entregados a las instituciones judiciales competentes, en cumplimiento de los procedimientos legales correspondientes. Pero la violencia no es algo aislado, sino un reflejo de un problema estructural que se ha agravado en los últimos años.
Una serie de hechos violentos anteriores marcan la tensa realidad que vive Ecuador en sus cárceles. Solo el 1 de noviembre, al menos doce personas fueron encontradas asesinadas en distintos centros penitenciarios del país, en un contexto de cruentas enfrentamientos y brutalidades internas. La Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, fue el escenario de la mayoría de esas muertes, donde seis reos fueron hallados sin vida.
En ese mismo día, otros cuatro internos fueron reportados en la cárcel de Turi, en Cuenca, y dos en Esmeraldas. Según el SNAI, las muertes en Guayaquil habrían sido atribuibles a causas naturales, específicamente tuberculosis, pero las evidencias visibles en los otros centros muestran un escenario mucho más sangriento, con heridas por armas de fuego, armas blancas y hematomas, que reflejan levantamientos y enfrentamientos violentos entre bandas rivales.
Este fenómeno de violencia en las cárceles ecuatorianas se ha convertido en un flagelo. Desde 2021, se han registrado cerca de 600 muertes en prisiones, la mayoría en manos de grupos delictivos enfrentados en sangrientos conflictos internos.
Algunas cárceles están bajo control militar, mientras que otras han sido fortalecidas con la presencia de la Policía Nacional, en un intento de sofocar la violencia y recuperar el orden. Sin embargo, estas acciones parecen ser insuficientes frente a la magnitud del problema, que ha escalado a niveles de conflicto interno que el propio gobierno ha reconocido como severo.
El presidente Daniel Noboa, quien declaró un “conflicto armado interno” en 2024, ha señalado la delicada situación del sistema penitenciario y la necesidad de adoptar medidas excepcionales para frenar el avance de las bandas criminales que se disputan el poder en las cárceles. La escalada de violencia ha colocado a Ecuador a la cabeza de los países con mayor tasa de homicidios en Latinoamérica.
La situación no solo revela la fragilidad del sistema de justicia y seguridad, sino que evidencia la incapacidad de las instituciones para controlar a grupos criminales que operan con impunidad dentro de las prisiones.
Las autoridades advierten que la situación podría empeorar si no se toman medidas contundentes y coordinadas. La falta de recursos, la corrupción y el difícil acceso a las cárceles complican aún más la lucha contra el crimen organizado que se ha instalado en los centros penitenciarios, alimentando un ciclo de violencia sin fin.
Mientras tanto, la sociedad ecuatoriana clama por justicia y seguridad. La violencia en las cárceles ha desbordado los límites y ha puesto en jaque la estabilidad del Estado.



